"EL SECRETO DE TWILIGHT"
En un artículo titulado "El secreto de Twilight", el diario oficioso del Vaticano, L'Osservatore Romano, comenta el éxito de la primera de las películas de la saga "Crepúsculo" que relata la historia de amor una solitaria adolescente que no encaja en su medio y un "joven" vampiro vegetariano que ha decidido abstenerse de sangre humana.
En el texto escrito por Silvia Guidi, la periodista cuestiona inicialmente en qué radica el éxito de esta cinta que "fascina a millones de personas (no solo adolescentes, pues existe también el club de mamás de Crepúsculo)". "Bella –junto a los fans de la saga– han sido conquistados por la fascinación del amor difícil, por el que vale la pena arriesgarse", escribe.
Con la historia presentada en Crepúsculo, prosigue Guidi, "que está entre dos mundos (un Romeo y una Julieta atípicos: la amenaza no es exterior sino que viene de uno de ellos)" los protagonistas "demuestran que es imposible exiliar las grandes preguntas de la cultura y del arte" que se van abriendo paso "hasta llegar al gran mar de la cultura popular".
"Son historias 'maximalistas' capaces de conquistar a lectores y espectadores dándole voz a las expectativas más profundas –y más censuradas por la cultura contemporánea– del corazón del hombre".
Seguidamente la periodista describe que para Edward Cullen, el vampiro personificado por el actor Robert Pattinson; y Bella Swan, la adolescente que se enamora de él (la actriz Kristen Stewart) la "eternidad no es solo el hecho de vivir para siempre; sino sobre todo vivir más, con una intensidad desconocida para la gente 'normal'".
Edward, prosigue, "tiene las reacciones y sentimientos de un adolescente pero la madurez de alguien que ya ha vivido 108 años. No escoge ser bueno, pero cambia por el ejemplo que ve en su padre adoptivo, el vampiro 'vegetariano' Carlyle, y por el encuentro con su presa ideal ('no se juega con la comida', le advierte el vampiro Laurent)" en la película.
Al fondo de todo, continúa Guidi, "están los padres separados de Bella, símbolo de quien ha renunciado al 'para siempre'. Para ellos, parafraseando una cinta de Verdone, el amor eterno solo lo es hasta cuando dura. Su padre, Charlie, la quiere, pero no sabe literalmente qué decirle. Vivir con él significa la rutina de la cerveza: noches enteras ante la TV para ver las comedias que no le gustan a ninguno de los dos, comida en el auto una vez por semana, un afecto sólido pero incapaz de convertirse en una compañía real en su vida".
Bella, dice luego, "ama a su padre pero no espera mucho de él. Vive ese tipo de desaliento que hace presa de los muchachos cuando se dirigen a un adulto con una pregunta muy importante y escuchan una respuesta genérica o completamente alejada del tema".
La adolescente, comenta Guidi, también ve "en la soledad de Edward su misma inquietud: ambos están aislados, él por su condición de 'monstruo' encubierto; ella porque debe fingir interés en cosas que no le interesan: el culto por las compras, la expectativa por el baile de fin de año, la desesperación por aparecer en el último número de la revista de la escuela, las charlas con las amigas".
Ambos, cuando están juntos, "están condenados a una especial atención: Bella sabe que arriesga la vida; Edward, para aceptar amarla, debe consentir el hecho de esconder su peor lado. Con esto se tiene la oposición exacta a la ideología juvenil del Just do it! (¡Solo hazlo!): si pueden, el mundo está ahí, solo hace falta tomarlo".
La realidad, agrega, "no sigue esta ley, como toda fábula enseña: Cenicienta sabe que debe irse del baile a las 12 en punto; a menos que quiera que todo se esfume transformando la carroza en una calabaza, anulando también el encanto del amor".
Finalmente, la autora cita a la crítica italiana de cine, Mariarosa Mancuso, quien se cuestionaba sobre el éxito de esta cinta: "La pregunta no es tanto '¿por qué Crepúsculo gusta tanto?' sino '¿cómo puede un muchacho quedarse indiferente ante ella?'".
En el texto escrito por Silvia Guidi, la periodista cuestiona inicialmente en qué radica el éxito de esta cinta que "fascina a millones de personas (no solo adolescentes, pues existe también el club de mamás de Crepúsculo)". "Bella –junto a los fans de la saga– han sido conquistados por la fascinación del amor difícil, por el que vale la pena arriesgarse", escribe.
Con la historia presentada en Crepúsculo, prosigue Guidi, "que está entre dos mundos (un Romeo y una Julieta atípicos: la amenaza no es exterior sino que viene de uno de ellos)" los protagonistas "demuestran que es imposible exiliar las grandes preguntas de la cultura y del arte" que se van abriendo paso "hasta llegar al gran mar de la cultura popular".
"Son historias 'maximalistas' capaces de conquistar a lectores y espectadores dándole voz a las expectativas más profundas –y más censuradas por la cultura contemporánea– del corazón del hombre".
Seguidamente la periodista describe que para Edward Cullen, el vampiro personificado por el actor Robert Pattinson; y Bella Swan, la adolescente que se enamora de él (la actriz Kristen Stewart) la "eternidad no es solo el hecho de vivir para siempre; sino sobre todo vivir más, con una intensidad desconocida para la gente 'normal'".
Edward, prosigue, "tiene las reacciones y sentimientos de un adolescente pero la madurez de alguien que ya ha vivido 108 años. No escoge ser bueno, pero cambia por el ejemplo que ve en su padre adoptivo, el vampiro 'vegetariano' Carlyle, y por el encuentro con su presa ideal ('no se juega con la comida', le advierte el vampiro Laurent)" en la película.
Al fondo de todo, continúa Guidi, "están los padres separados de Bella, símbolo de quien ha renunciado al 'para siempre'. Para ellos, parafraseando una cinta de Verdone, el amor eterno solo lo es hasta cuando dura. Su padre, Charlie, la quiere, pero no sabe literalmente qué decirle. Vivir con él significa la rutina de la cerveza: noches enteras ante la TV para ver las comedias que no le gustan a ninguno de los dos, comida en el auto una vez por semana, un afecto sólido pero incapaz de convertirse en una compañía real en su vida".
Bella, dice luego, "ama a su padre pero no espera mucho de él. Vive ese tipo de desaliento que hace presa de los muchachos cuando se dirigen a un adulto con una pregunta muy importante y escuchan una respuesta genérica o completamente alejada del tema".
La adolescente, comenta Guidi, también ve "en la soledad de Edward su misma inquietud: ambos están aislados, él por su condición de 'monstruo' encubierto; ella porque debe fingir interés en cosas que no le interesan: el culto por las compras, la expectativa por el baile de fin de año, la desesperación por aparecer en el último número de la revista de la escuela, las charlas con las amigas".
Ambos, cuando están juntos, "están condenados a una especial atención: Bella sabe que arriesga la vida; Edward, para aceptar amarla, debe consentir el hecho de esconder su peor lado. Con esto se tiene la oposición exacta a la ideología juvenil del Just do it! (¡Solo hazlo!): si pueden, el mundo está ahí, solo hace falta tomarlo".
La realidad, agrega, "no sigue esta ley, como toda fábula enseña: Cenicienta sabe que debe irse del baile a las 12 en punto; a menos que quiera que todo se esfume transformando la carroza en una calabaza, anulando también el encanto del amor".
Finalmente, la autora cita a la crítica italiana de cine, Mariarosa Mancuso, quien se cuestionaba sobre el éxito de esta cinta: "La pregunta no es tanto '¿por qué Crepúsculo gusta tanto?' sino '¿cómo puede un muchacho quedarse indiferente ante ella?'".
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MMM PUES COMO VEN Y USTEDES QUE OPINAN QUERIDOS TWILITERS QUE TAL LA CRITICA??
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